viernes, 6 de julio de 2012

31vo Cap: Intenso dolor.-Confesión Inesperada

Es corto queridas... pero es con amor, la inspiración me ha tratado mal D: Pero no puedo dejarlas tan abandonaditas...

Las quiero

Este capítulo está dedicado a muchas personitas... a Daniela Cuesta, una amiga que mantiene pendiente de este blog :') y Alexandra Peña, amiga twilightgirl y MarioCasasGirl xD. a Nicole Ayala, otra gran seguidora de este blog... las tres insistentes por Facebook
cx

A Mariana Pérez, THNL...
porque es una gran chica, mi primera seguidora, una gran ayuda...y una super persona

Te quiero Hermanita xD

A Laura Suárez
Mi amiga dilematica... te adoro....eres una super chica y estoy segura que superarás todo lo que esta pasandote... te adoro peque loca... mua!!

Esta bien,, sin más preámbulos...El capítulo 31

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 Pov Mackenzie.
Me encerré en mi mazmorra personal, con una pequeña a cama a destrozarse. Sollocé. No sabía si era que alguien me ayudaba o era alguna broma privada de alguien, pero era la única de mi especie que tenía consciencia, la única que recordaba su pasada vida.
-¡Mierda! ¡Mierda!-lancé un puñetazo a una de las cuatro paredes de granito desgastado. Los trozos de granito se dispersaron por el área tras el impacto de mi puño. Ahora era más fuerte. -¿Tenías que escuchar a Baltharck?-La imagen de Nate sangrando por mi culpa me carcomía por dentro. Le amaba y haberlo lastimado me causaba un gran dolor en el pecho, donde mi corazón había dejado de latir pero donde mis sentimientos aún permanecían latentes-¡Tenías que huir! ¡Tenías solo que olerme para saber que había algo distinto en mí!  ¡Te di la estúpida posibilidad de que te fueras antes de lastimarte y solo me hiciste caso! -le hablé al cuarto vacío, más bien le gritaba al cuarto vacío-¡¿Porqué?! ¡¿POR QUÉ?! ¡Joder!-Di otro puñetazo a la pared, esta vez hice un verdadero daño.
Llamaron a la puerta, me tensé calculando los pasos y si alguien había escuchado mis potentes quejidos o los golpes desesperados, si Baalth u otro de mi especie se daba cuenta sería mi condena.
-¿Si?-pregunté estresada
-¿Mack, cielo?-era la voz de Gabriel-Déjame pasar…
-Entra-gruñí. La puerta se abrió, la gélida y amarga presencia de Gabriel ya no me daba temor, lo había superado, era la única con consciencia y la única que lo había superado. Era extraño. Yo era la única que no le temía a Gabriel o todos los demás “colmillos largos” como les llamaba Yerón cuando no estaban ninguno de ellos, sería su condena de muerte si lo escuchaban hacer la clase de chistes que hacía en el almuerzo. Mi especie no era revelada por las que se hacían llamar nuestras madres—creadoras—amas. Dos viles mujeres que le deseaban todo el mal que se les pasara por la cabeza hacia mi hermana. O mi casi hermana. Molly. La comida no era para nada rica o solo yo la veía asquerosa, era sangre de niño. Algo repulsivo y terrorífico. Imaginarme como le habían quitado la vida a un niño hechicero para alimentarnos… me daba nauseas de solo pensarlo.
-Mack mi pequeña…-su voz socarrona y su sonrisa torcida hacían suspirar a muchas tanto de su especie como de la mía, muchos decían que era él quien tenía el privilegio de estar en el lecho de la “ama” vampira y darle placer. Algo asqueroso si me preguntaban. -¿Cómo te ha ido?
-Bastante mal como para alegrarte la noche-sonrió ante mi comentario.
-Ah. Eres muy rebelde. No me vayas a obligar a poner mi mano en tu cabecita y ahogarte en la inconsciencia-su voz aunque dulce traía un deje hostil que causaba terror entre mi raza.
Puse los ojos en blanco        
-Como tantas otras veces que lo has hecho. Dile a Andralina o Skipper eso y ellas se arrodillaran implorando piedad, conmigo no funciona, hace rato que dejo de funcionar-en realidad era lo que más me gustaba que me dejarán inconsciente, aunque sonara horrible, era la única forma de escapar del mundo y las reglas a las que estaba sometida, sabiendo que en otro lugar era libre y…buena.
-Ah. Definitivamente, eres mi caballo favorito. Hermosa, indomable y rebelde.
-No soy ningún caballo Gabriel, soy algo más, que tú y tus amas no quieren decirnos a mí y a mi especie.
-Querrás decir nuestras amas y es para que no se formen líos pequeña, creo que tu especie no lo entiende.
-Pero yo…si soy capaz de entender-le sonreí seductoramente y él me devolvió la sonrisa
-Esa es la actitud, sacar información a pesar de cualquier circunstancia. Pero, tic. Lo siento, conmigo no funcionará, yo te considero un animal no una mujer.
-Lo sé idiota ¡Ay, no!-temí sarcásticamente-¿Me vas a ahogar en la inconsciencia Gabriel?-hice pucheros y él sonrió.
-Tengo un pequeño trabajo para ti Mackenzie, uno bastante divertido…te lo puedo asegurar-sus ojos brillaron con crueldad plasmada. Algo no olía bien entre todo lo que me decía pero lo seguí.
Bajamos las escaleras de las mazmorras con agilidad. Él iba adelante con sus graciosos pasos y su sonrisa de odio hacia nuestra especie. Todos lo miraban como si fuera el segundo al mando o yo que sé. Aquello me desconcertaba, no entendía porque todos le temían, estaba segurísima que muy dentro de él, Gabriel temía de nosotros. Si nos uníamos…tal vez…
Una extraña voz me despertó de mis cavilaciones internas.
-¿Qué haces con Mackenzie, Gabriel?-preguntó aquella: “colmillos largos” la cual torturaba por gusto a mi pequeño grupo de amigas… éramos Skipper, Andralina, Vanessya, Lucyll y yo.   Y de todas, yo era la única que no me dejaba de aquella rubia despiadada. Sus ojos color violeta demostraban celos, celos de mí. Estúpidos. Pero celos.
-No te importa.
-Por supuesto que me importa, amor.
-Vale, la llevo a hacer un trabajo para moldear su rebeldía. Así atenderá a lo que le informo. Si ve que lo que hacemos es real y de importancia, no intentará hacerse la rebelde nuevamente-Perongut, sonrió con sus colmillos a la vista.
-Ah, vale. Por un momento pensé que la llevarías a nuestro lecho.
-No, no lo haré. Y no por ti, ese no es nuestro lecho, es mío. Y puedo llevar a quien se me antoje, no me provoques Perongut, no estoy de humor para payasadas como la tuya.
-Yo creo, Gabriel, que Perongut debe saber lo nuestro-la provoqué. Él me sonrió.
-Me encanta tu mente retorcida Mackenzie, ahora deja las torpezas por un rato y camina o te muerdo. –Cuando pasé por el lado de ella me siseó con rabia y yo me reí, seguí a mi jefe, mi mentor o yo que sé, hacia una parte oscura, donde no había estado antes.
-¡Mackenzie! –me llamó Baltharck.
-Aléjate monstruo asqueroso, la llevo a una pequeña misión, largo.-le dijo Gabriel, miré a Baltharck con las cejas fruncidas, odiaba lo que le había hecho y lo que me había hecho hacerle a Nate. Baalth le hizo una pequeña reverencia a Gabriel y se desplazó con rapidez por los pasillos, lo perdí de vista. Menos mal, no sabía si era capaz de retener mi odio un poco más.
Llegamos a las celdas. Fruncí el ceño.
-¿Qué hacemos aquí?
-Te necesito para un trabajo importante.
-¿De qué trabajo estamos hablando Gabriel?
-Torturar…torturar al enemigo-me quedé pasmada por medio segundo. Las puertas se abrieron con trémulo-Camina.-le hice caso. Dentro de la celda, había dos hombres con jeans desgastados y encadenados. Mi Nate estaba…devastado. Mi corazón se partió en mil pedazos-Buenas noche, prisioneros.
-Ahórrate los halagos, Gabriel. Haz tu trabajo-le indicó James.
-No me trates de tú a tú…imbécil. Deja las groserías o te irá peor, y no es contigo hoy, es con tu compañero de celda. El lobo rebelde que no desea ser parte de nosotros.
-Por favor, él no tiene nada de información, no tienes por qué lastimarlo.
-No me des sabios consejos. No me hacen falta, sabes que me dijo mi madre…que siempre le hiciera caso a mi instinto, ese instinto me llevó a este putrefacto castillo, mandado por dos reinas, de las cuales una de ellas me utiliza… así que no creo en nadie.
Nate me miró con ojos sin brillo. Quise llorar. Sí, era el sentimiento tan fuerte que me embargaba.
-Hoolduck, desata al lobo rebelde y ponlo en la mesa de muerte-Eso no iba bien.
-Si mi señor.-Hoolduck se acercó a Nate, lo tomé casi imperceptible del brazo.
-No-le imploré, me miró con extrañeza.
-¿Pasa algo Mack?-me preguntó Gabriel. Negué con la cabeza, tenía un nudo en la garganta, no quería hablar. Hoolduck gruñó con rabia cuando Nate intentó escapar y lo llevó con brutalidad hacia la mesa.
Media hora, media hora, fue lo que duró la tortura a Nate. Cada látigo que impactaba contra el cuerpo de él me estregaba en la cara que yo era quien lo había entregado. Una lágrima se desplazó por mi mejilla. James Luckwood me miró con frialdad.
-Mack, cariño-comenzó Gabriel. Vil monstruo.-Tienes que saborear cada impacto y no como si fuera una cicatriz en la piel sino en el alma.
-La verdad es que eso no cambiará mi actitud rebelde-en cambio la incrementará. Idiota~ Pensé.
-Ah, Mack. Como digas. Ya suéltalo Hoolduck, no quiero sangre en mi traje nuevo-Mis puños se cerraron con los nudillos rojos.   
-Te aseguro que eso solo me demostró lo poco capaz que eres de hacer tus propias torturas. Necesitas ayuda porque eres un débil vampiro-James Luckwood se rió de mi chiste. Gabriel mostró sus colmillos y chocó su mano contra mi cuello, me impactó contra la fría piedra de la pared.
-Mackenzie, te he dado más que suficientes…posibilidades.
-Tal vez porque me tienes miedo-su mano se encerró más entorno a mi cuello.
-O tal vez porque siento compasión por tu cuerpo. Tú frágil y rompible cuerpo.-Alzó una ceja con una sonrisa en el rostro.
-Tienes razón, mi frágil y rompible cuerpo, pero…otros como yo, unidos, hacemos diferencia-Su mano disminuyó la presión entorno a mi cuello.
-¿A qué estás jugando Mack?
-¿Yo? A nada.-Solo te advierto que no te metas con Nate, imbécil.
-Está bien, vamos a tu mazmorra, has visto suficiente por hoy-Y por siempre.
Caminamos de vuelta a mi habitación—mazmorra. Me dejó encerrada…con él dentro.
-Mackenzie… ¿cuál es tu juego?
-¿El mío? Ninguno, más bien, el tuyo… porqué nos encerraste, podías preguntarme todo desde fuera, ¿me matarás en secreto?
-No.-Me miró.
-Largo, ya me oíste, no tengo juegos. Puedes irte.
-No lo deseo-dijo con ojos brillantes.
-¿A qué te refieres?
-Quiero preguntarte algo… ¿recuerdas algo de tu vida…pasada?
-¿Vida pasada?-pregunté como si no supiera nada.
-Olvídalo, bien. Así que no puedes sentir nada por ese perro, excelente.-mi rostro se desfiguró por un instante. Ese perro, era Nate.
-¿De quién hablas?
-De…nadie. ¿Quieres saber porque no te hago daño como a las demás?
-No es muy necesario, pero bueno, dímelo.
-Porque te amo-me quedé en un estado de shock—post—traumático.
-¿Qué?-se mordió el labio.
-Te amo, Mackenzie. Te amo…y yo siento… celos de alguien…que ya no conoces-hablaba de Nate.
-Oh.-su boca se aplastó contra la mía. Sus besos no se disfrutaban. Me quedé estática mientras Gabriel, el vampiro al que todos temían…quien tenía relaciones…con nuestra ama vampira y una relación inestable con Perongut, estaba enamorado de mí y me estaba besando…